viernes, 1 de febrero de 2013

Soñador



Siempre sabía intuir lo que estaba por venir, lo que acabaría pasando. Tenía una especie de olfato, de sexto sentido para adelantarse a lo que venía.

Supo ver más allá del mañana, del te quiero que dura para siempre, de ese amor que no desaparece. Lo tacharon de loco, quizás en realidad no era más que eso, un loco con razón.

Pero la mayor locura le llegó en el momento en el que se dio cuenta de lo inútil que puede llegar a ser ese don. Inservible cuando, por mucho que ves que las cosas acabarán, no puedes hacer nada por cambiarlo.

Impotencia era su mayor compañía en aquellos días en los que la soledad iba llamando paulatinamente a su puerta. Impotencia de tener que dejarse llevar, de ver morir lo que le importaba como el que ve morir la rosa más bella en el desierto más cruel.

Así fue como se dio cuenta de que a veces hay virtudes que no valen para nada en esta vida. Que la crueldad y la soledad no llaman a tu puerta para hacerte compañía porque simplemente entran y se instalan. De que ni dar lo mejor de él asegura que las cosas salgan bien y que la única manera de mantener los sueños hasta el final era cerrando los ojos y no despertando jamás.

Así acabó su historia, cerrando los ojos para intentar mantener sus sueños para siempre y lo curioso es que nunca más se supo de él y de aquellos sueños locos. Algunos dicen que los pudo cumplir, otros simplemente dicen que murió mientras dormía placidamente

ASL

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