sábado, 30 de marzo de 2013

"Teoría de la relatividad"



Todo ser humano tiene sus propias teorías, no quizás a la altura de los científicos de más renombre, pero sí sus verdades de andar por casa por llamarlas cariñosamente. La mía es la teoría de la relatividad que, ni por asomo, tiene algo que ver con aquella esbozada por Einstein. Es más, creo que el simple hecho de meterlo entre mis letras, que poco o nada valen, es ya un sacrilegio a la figura de alguien de semejante bagaje histórico.

Todo es relativo, según como se mire puede ser una verdad o una mentira. Si algo me ha enseñado esta vida es eso, que no hay verdad total para nadie. Ni si quiera, algo que ves abrumadoramente como la verdad dogmática, lo acaba siendo. Cada parte tiene su propia verdad, que quizás considere como absoluta incurriendo, para mí, en el error de no ver más allá de sus propias narices. Algo más que común, eso de acabar nuestras preocupaciones más allá de las fronteras de nuestra piel. Quizás un mal endémico de la actual sociedad.

Por ejemplo, nunca habrá dos verdades similares. Se me ocurren los casos en los que dos personas se acaban distanciando. Posiblemente, por dolor o mil sentimientos acumulados, cada parte tendrá su verdad “absoluta”. Uno verá que fueron muy malos con él. Probablemente, la otra parte implicada, piense igual. Quizás en este caso sí se pueda llegar a una verdad de esas que son siempre ciertas “la vida no es justa”. Quizás, y solo quizás en esto estén de acuerdo aunque cada uno por lo que consideran sus verdades absolutas. Cada uno, por desgracia, solo debería de hablar de si mismo y no atreverse a jugar a las adivinanzas con la otra persona. Puede que sea cierto aquello de que no demuestre que de verdad importas, como también puede ser que sí le importes sin que lo notes.

Al fin y al cabo las mentes funcionan por libre y los actos no siempre reflejan lo que somos o sentimos. Todos llevamos a un cobarde con nosotros, y por supuesto, a un valiente. Cierto es también, que podemos dejar ganar la batalla a uno u otro, parecer valientes y demostrar lo que sentimos o todo lo contrario.

Todo esto me lleva a pensar que somos culpables de lo que decimos y de igual manera de lo que nos callamos, por dejar ganar a la cobardía. Así es normal que no te entienda, que no pueda saber que importo o que realmente sigo en tu cabeza de vez en cuando. Así es imposible que mi verdad pueda ser absoluta, hay partes que nunca sabré. Por eso, cada vez que afirmo algo lo hago con un vaso con hielos al lado, nunca con un café, mejor en frío que en caliente, mejor con tiempo que a la carrera.

Ignoramos que todos callamos y hacemos la vida más complicada, hacemos que todo se haga más relativo aún de lo que, la propia vida, ya lo es.

Hagamos la vida menos relativa, seamos valientes y no escondamos nada más que lo esencial. Así quizás, pueda decir que sí existen verdades absolutas y pueda encerrar esta teoría de la relatividad de andar por casa.




ASL